Me perdí en la niebla de tus besos turbios.
Quería un respiro pero me ahogabas con el destello de tu mirada.
Perdidos en el camino, la brisa se llevaba el velero de nuestro destino.
Tú, marinero de mares tenebrosos, parecías la salvación.
Y yo, sirena ilusionada, caí en la tentación.
Me rescataste, para luego hundirme en el mar de lo prohibido.
Nada me embriagaba más que tu cuerpo adueñándose del mío, la melodía de tu risa en mi oído, y el latir de tu corazón cerca del mío.
Pero tarde comprendí, que eras el causante de mis delirios.
Colección de poemas, próximamente en físico.