Cerraste los ojos por última vez,
la oscuridad no te daba miedo;
pero a mí me aterraba.
No te despediste,
de hecho, nunca lo hacías.
Tarde entendí
que no era por mala educación,
era por cobardía.
No te juzgo,
nunca lo haría,
pero llegar a casa
y encontrar la cama vacía
duele más
que el adiós sin despedida.
-María Sofía de Lourdes.
Bello, profundo y triste
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