De pequeña, no había mejor momento que ese en donde mi papá y mi mamá nos despertaban a mi hermano y a mí, para abrir los regalos. Recuerdo que era una tortura esperar para poder abrirlos. Incluso en algunas navidades, con la ayuda de mi hermano (mi cómplice) movíamos los regalos para “intentar” adivinar qué era.  Al recordar esos pequeños grandes detalles una sonrisa única y plena de felicidad me acompaña.

Ahora las cosas son diferentes, con el paso del tiempo aquellos momentos han sido reemplazados por otros. Comprendí que el regalo más bonito, el más costoso, el más valioso, no se encuentra debajo del arbolito, ese regalo se llama familia y no hay quien pueda reemplazarlo.

Creo que de pequeña jamás cruzó por mi mente, detenerme un momento y valorar lo que realmente es importante. A veces somos ciegos o simplemente nos negamos a ver, lo que está justo al frente de nosotros.

Quise escribir estas palabras como una reflexión personal, más allá de todos los regalos que pueda recibir, estoy sumamente agradecida de poder tener a mi familia unida y que cada año con las diferentes vivencias, pueda superarme, algo así como reconocer mis cualidades, mejorar mis debilidades y aprender de los errores.

Diciembre, nos da la excusa perfecta para ver las cosas de una manera diferente, la importancia de tener un corazón lleno de amor para ser felices y poder hacer felices a los que nos rodean. Un mes para celebrar la llegada de Jesús en nuestras vidas, quien con su venida trajo una luz de esperanza.

También es importante reconocer que cada persona es diferente, por lo tanto, las vivencias serán diferentes. No esta mal tener una opinión o celebrar la navidad de otra manera.

Gracias a cada uno de ustedes por darme un bonito regalo, acompañarme en este blog. Les deseo una feliz navidad y un venturoso año nuevo. Con las 365 nuevas oportunidades que tendremos, confío que el 2020 será un excelente año.

Te comparto otra reflexión en alusión a navidad: Cartas a Santa.

-María Sofía de Lourdes.

|Portada: Freepik|